de las impunidades cotidianas

admiro a los impunes, su irrespeto. su simpleza y efectividad para defecar sobre todo e ir por la vida soltando disparates, prejuicios y diatribas prejuiciosas por doquier. en eso la tercera edad y los enfermos terminales me sacan una gran distancia, ellos son impunes, se sienten intocables moralmente, y lo son. a nadie que está a punto de morir en cualquier momento le interesa demasiado quedar bien con nadie. de ahí también el valor de quiénes pudiendo ser impunes, nos ahorran el mal momento en que deciden serlo.

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