ontologías: las despedidas


somos máquinas de despedirnos. nos la pasamos la vida entera diciendo "adiós" y cosas así. y no detenemos el círculo de ensayos de despedidas, como si estuviésemos practicando para algo más amplio, para una despedida definitiva. pero no somos conscientes de que nos estamos despidiendo y siempre puede que nos despidamos por última vez, a veces ni llegamos a decirle al otro que nos vamos y simplemente lo hacemos, siendo entonces cuando esa despedida se vuelve enfermiza, crónica, una despedida anudada en la garganta, una despedida que decimos cada mañana cuando al ver nuestra cara al espejo vemos una cara fea y malforme, tan fea que tendemos a pensar "ese no soy yo, ese no puedo ser yo"... nunca nos alcanza lo que dejamos. preocupados en que las personas que dejamos podrían ser mejor (más ajustadas a nosotros) nos olvidamos de ponderar lo que nos hicieron ser. porque el principal valor de esas personas de las que nos despedimos tal vez no radique en la ontología de lo que son, en un esencia, en su ser persona, sino en el rol que nos sacan, en lo que gracias a ellos nosotros somos. en lo que somos cuando somos con ellos cerca. y tal vez cuando nos despedimos no nos estamos en realidad despidiendo de ellos sino de lo que somos nosotros cuando somos con ellos. nos estamos despidiendo de nuestro rol. ensayando para despedirnos de nosotros y de nuestra tarea en la vida de esas personas. tenemos que dejar de vivir en la despedida, quedémonos con el rol activamente, construyamos un nuevo yo que asuma todos nuestros pequeños yo. y no hagamos como ese ser que se va de vacaciones a un sitio hermoso y dice "qué lindo sería VIVIR acá", encontrando en el placer de estar ahí en ese momento siempre un dejo de tristeza. quejándose siempre de algo. preocupándose de que no vive ahí cuando en realidad está ahí, y lo que podría hacer es dejarse de joder y disfrutar lo que vive, aunque no sea la vida de sus sueños.

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